miércoles, 2 de febrero de 2011

Relato: Pájaros en la cabeza.

-Eres un hijo de puta, Manuel. Vives en tu mundo de estudiante fuera de casa, en el que todo es maravilloso, y no te das cuenta de que en la vida de los demás hay problemas.

-Ashala, no me jodas con esto ahora, yo también tengo problemas; y además no vamos a entrar en ese tema porque yo ya se que todos tenemos preocupaciones, es algo que esta en la vida porque sí.

El chico tenía esa sensación, se había dado cuenta de que cuando el problema que le atormenta se soluciona, otro ocupaba su lugar, como si la mente humana necesitara una carga para poder seguir viviendo bajo las nubes.

Se miraron un rato casi eterno, compartiendo emociones; fue una de esas miradas que ocurrían a veces, en las que mirándose a los ojos se lo decían todo sin decir nada.

Se fijó en los ojos de Ashala, bellísimos ojos de mora, que le hacían sentir la vida entera dentro de su rostro del color de la miel. Y se dio cuenta:

-Perdóname, no quería hacerte sentir mal, ya sabes que soy un poco bruto.

-Lo sé, Manu, no importa, yo te quiero así, se que la próxima...

Tras ese rato de éxtasis, Manu arrastró a los dos a la realidad; tenía clase, y ya iba con retraso.

Se despidieron cariñosamente, prometiendo acabar la conversación por la tarde; y Manu la siguió con la mirada hasta que desapareció por el trajín de la calle Matia.

Miró el reloj: 9:58, agarró la bici y comenzó una frenética carrera, como de costumbre. Le gustaba sentir el aire y la velocidad en la cara. Le hacía sentirse vivo, como algunas otras cosas en su vida.

Hacía más o menos un año y medio que la conocía, y cuando no estaba con ella estaba pensando en ella, y de nuevo recordó su historia, y le volvieron a la cabeza las circunstancias que le llevaron a amarla tanto. Se salvaron mutuamente. Encontrándose crearon una vía de escape a las desilusiones que les regalaban cada día sus diferentes formas de vida.

Era un jueves por la tarde, y la biblioteca de Lugaritz estaba repleta de niños y gente bibliófila, como Manu. No era el momento adecuado para buscar allí estudiantes con la cabeza entre los codos. Lo normal es que a estas horas estuvieran comprando alcohol o dándose una ducha, en cualquier caso esperando una noche de buena juerga.

Un chico de melena revoltosa, camiseta de rayas y botas de monte busca entre las estanterías cualquier libro de Nietzsche. Los libros poco corrientes le hacen sentirse liberado de esa sensación de ser un miope en un pueblo de ciegos. Harto de las presiones de su entorno y de las críticas a su manera de entender la vida, se aferra con fuerza a esa idea tan despreciada y a la vez tan ilusionante que la gente convencional llama “pájaros en la cabeza”.

Aún no ha reparado en que a un metro de él, esta sentada una muchacha musulmana, algo menor, que sin prestar atención a lo que ocurre a su alrededor, halla con la música de Vivaldi un remanso de tranquilidad, en el que no existen padres que con su obsesión por la religión y su falsa moral, minan las ganas de sentir y descubrir que tienen las jóvenes de su edad.

El chico agarra de lo alto de la estantería un volumen, con tal mala suerte que se le resbala y cae delante de las narices de ella, dando lugar a una curiosa presentación: “Elogio de la ociosidad” de Bertrand Russell, cae del cielo y distrae de un golpe la atención del “Otoño”.

-Perdón- dijo Manuel, con un tono rojo en la cara que la hizo soltar la mayor carcajada en una biblioteca. - Ah, Vivaldi, es bueno eh? Yo lo escucho muchas veces. Oye... ¿te puedo invitar a un café por las molestias?

-Jaja, no te preocupes por eso... Por cierto, me llamo Ashala, y sí, puedes invitarme a una cerveza.

Manu rememoró con una sonrisa nostálgica como aquella cerveza se convirtió en unas pocas, y las cosas fueron surgiendo como si se tratara de un guión de Pajares y Esteso.

-Ashala, me acabo de dar cuenta de que llevo un cuarto de hora agarrado a tu cintura, ¿te importa?

-No, ¿y a ti? - Emm... pues, no se; creo que tampoco. ¿Echamos la penúltima?

En una taberna de poca luz y suelo con serrín se besaron por primera vez, disolviéndose sus tormentos entre nubes de tabaco.

2 comentarios:

camino en la noche dijo...

ostia ona eh?? gexiii jeje, benetan gustau yatala, ostia goatu dozta nere istorio... Daniaz...
zerikusirik auko?

foreverbeatle dijo...

hau da orain dela pilo bat idatzi nuen istorioa.
guztiak dira nire bizitzan gertatutako gauzak.
zu, mai, dani biziketakin...ta ni.
dena nahastuta.
uste dut yesi ere badago hemen.
ashala izena hartu nuen, pixka bat sin pensar, baina oso aproposa zen azkenean.
neska berezia, edo desberdina, edo beltzarana...